miércoles, 26 de noviembre de 2008

ESTUDIO DE LAS ACTITUDES HACIA LA ACTIVIDAD FISICA

ESTUDIO DE LAS ACTITUDES
HACIA LA ACTIVIDAD FÍSICA
EN LOS ALUMNOS DEL ALTO JALÓN
Ignacio Polo Martínez, Mª Pilar López Mercader
I.E.S. ZAURÍN. ATECA

“Parece difícil refutar la afirmación de que existe relación entre la práctica de actividad física y salud. Lo que resulta más discutible es la naturaleza de dicha relación”.
Richard Tinning
A partir de la década de los ochenta se produce un cambio en la concepción de la educación física en nuestro país. A este cambio se debe el estudio de las actitudes hacia la actividad física (en adelante AF), entendida como predisposición adquirida para responder de un modo favorable o desfavorable con respecto a un objetivo social dado (Pérez Samaniego, 2000).
El estudio de las actitudes hacia la AF ha tomado en los últimos tiempos un enorme auge aunque, sin embargo, no siempre ha tenido en cuenta la complejidad de las relaciones entre AF y salud.
Esta nueva “filosofía” conlleva pasar de una concepción de la educación física basada en el rendimiento, a una educación física basada en la educación para la salud. El cambio se plasmó también a nivel legal en el Real Decreto 1345/1991 dejando así constancia de la importancia en la sociedad actual de estos nuevos valores. En la fundamentación del área de educación física que se hace en las Cajas Rojas, se hace especial hincapié en la adquisición por niños y adolescentes de habilidades suficientes para facilitar la integración en dicha práctica, para consolidar un hábito de práctica sistemática, vinculada a una escala de valores.

De esta forma, a través de las directrices marcadas por la administración sabemos lo que la sociedad y la propia administración demanda, y lo que nosotros como docentes debemos enseñar. El estudio que hemos llevado a cabo pretende intentar conocer a la otra parte: al alumnado, cuáles son sus actitudes y hábitos hacia la actividad física y si estos hábitos están enfocados hacia el proceso (el medio) o hacia el resultado (el fin).
Según Bagozzi y Kimmel (1995) en Pérez Samaniego (2000), desde la teoría del del intento, son las actitudes positivas hacia el proceso las que consiguen alcanzar y mantener hábitos saludables relacionados con la AF.
La escuela es uno de los entornos más significativos en el proceso de adquisición de actitudes (para posteriormente convertirse en hábitos). Por una parte resulta evidente que la enseñanza puede incidir en el componente cognitivo de las actitudes. Y, por otra parte, el entorno escolar proporciona la oportunidad de interacción tanto entre iguales, fundamental en el proceso de socialización, como entre el alumno y el profesor (Pérez Samaniego, 2000). En este sentido, las actitudes del profesorado pueden incidir en las del alumnado, bien a través de la selección y diseño del currículo, o bien mediante aprendizajes implícitos o encubiertos (el llamado currículo oculto). Por tanto la formación y cambio de actitudes en el profesorado pueden contribuir directa o indirectamente en su desarrollo en la escuela. (Pérez Samaniego, 2000).
Así también el mismo autor afirma que las personas tienen actitudes positivas hacia aquellas cosas, personas, situaciones o conductas que creen que tiene atributos positivos y actitudes negativas hacia las que tienen actitudes negativas.
Profundizando en los motivos por los que se practica deporte, Casimiro (1999) destaca, entre otros: la necesidad de sentirse competente en un determinado comportamiento, la necesidad de afiliación (amistades), la necesidad de moverse o jugar, la salud, etc. En una comparación entre atletas competitivos y recreativos, en los primeros destaca el rendimiento y la competición como motivaciones más importantes. En los atletas recreativos es mayor la motivación por el recreo, la forma física o la compañía que en los deportistas competitivos. Estos autores consideran que la motivación hacia el deporte es fundamentalmente intrínseca ya que se suele practicar sin indicios de gratificación externa unida a la conducta.
En definitiva, Covington (2000) afirma que la motivación es el factor más importante para la adquisición de una habilidad motriz. Escartí y Cervelló (1994) comentan que el entorno del deporte está considerado como una motivación de logro por buscar excelencia, aunque la influencia del éxito o del fracaso es diferente en cada persona.
La infancia y la adolescencia constituyen los periodos más importantes en cuanto a la adquisición de comportamientos y hábitos de vida. Lo justifica Hahn (1988, pág. 10) al indicar: “como ocurre a todos los niveles de la vida humana, se desarrollan durante la infancia las primeras tendencias a determinados comportamientos, concentrándose luego en intereses que durante la adolescencia se pueden convertir en categorías de valor decisivas para la vida futura”.
De esta manera, la infancia y la adolescencia constituyen un periodo clave en la vida de la persona para adquirir y consolidar hábitos saludables que puedan tener continuidad en la edad adulta. En Primaria, la actividad física forma parte directa y natural de la vida diaria del niño, manifestando, por ello, un gran entusiasmo hacia nuestra asignatura y hacia la actividad físico-deportiva (motivación intrínseca).
Por el contrario, el joven de 15-16 años ha pasado ya el equilibrio emocional infantil y su dependencia familiar, encontrándose de lleno en una fase de la vida (la adolescencia) con profundos conflictos internos que lógicamente inciden en su relación con los demás. Dichos conflictos conllevan que el adolescente pase por una fase negativa (aislamiento, rebeldía, búsqueda de su personalidad, etc.) influenciada, de forma considerable, por su grupo de iguales.
El adolescente, sobre todo la chica (Torre, 1998), se plantea si los posibles beneficios que le reporta la actividad que realiza en clase le compensan los sentimientos de disconformidad, fracaso y vergüenza, que a veces acompaña a las mismas, y que, por otro lado, podrían ser evitados utilizando estrategias adecuadas. Las adolescentes que se encuentran en tal circunstancia seguro que no incorporarán la actividad física y el deporte a su estilo de vida.

Posteriormente, el joven pasa a otra fase más positiva, de equilibrio con su entorno y con necesidad de integrarse en la sociedad como ser adulto; ésta es la fase idónea para favorecer la participación en actividades deportivas. El problema es que existen una gran cantidad de factores que determinan la aparición y duración de las citadas fases, por lo que no se pueden dar edades concretas sino que hay que tener presente el principio de individualización (cada chico o chica es un mundo).
Material y métodos
Para la realización del trabajo se ha tomado como muestra a 157 alumnos de primer ciclo y de cuarto curso de ESO del IES Zaurín de Ateca. El Instituto Zaurín es un centro comarcal por lo que éste es un estudio de las actitudes de los chicos y chicas de la comarca del “Alto Jalón”. La elección de los cursos iniciales y terminales de la etapa fue tomada para poder así estudiar la posibilidad de que alguna diferencia en los hábitos pudiera deberse a la influencia del profesor de educación física y/o del currículo del área a lo largo de los cursos que componen la secundaria.
El test elegido fue el propuesto por PEREZ SAMANIEGO (2000) debido a que está basado en determinar si el alumno utiliza la actividad física como medio o como fin, es decir si tiene más en cuenta el proceso o el resultado.
Para el análisis estadístico se aplicaron la media aritmética, la desviación estandar y el coeficiente de correlación.

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